En un ejemplo monumental de coraje y ciencia, los hermanos Hannah (24), Jacob (22) y Rylee (19) Richardson —todos con un 50 % de probabilidad genética de desarrollar Alzheimer temprano— se han inscrito en un ensayo del Laboratorio de la Washington University. La terapia: remternetug, un anticuerpo anti-amiloide administrado antes de que comience la acumulación de placas cerebrales.
Esta estrategia representa un cambio de paradigma: no tratar los síntomas, sino intentar detener la enfermedad antes de que aparezca. Estudios preliminares muestran hasta un 50 % de retraso en el inicio sintomático.
Pero no es un paso sin riesgos. Hay efectos secundarios, como inflamación cerebral, y el debate sobre la investigación precoz en jóvenes sin síntomas continúa. Los Richardson decidieron conocer su estatus genético bajo la premisa de “ser los últimos de su línea” si cargan la mutación .
Esto encierra una defensa poderosa: la ciencia preventiva, el altruismo y la esperanza. Pero también nos enfrenta con dilemas éticos:
-
¿Deberían enfrentarse jóvenes sanos a tratamientos experimentales?
-
¿Cómo garantizar acceso equitativo si los costes son altísimos?
-
¿Qué soporte emocional y psicológico requiere esta carga genética anticipada?
En República Dominicana, donde el Alzheimer es una de las primeras causas de demencia, debemos empezar a pensar en:
-
Integración de genética y neurociencia
-
Apoyo institucional para diagnóstico precoz
-
Formación de equipos multidisciplinarios y soporte emocional
Este ensayo familiar no es solo una noticia científica: es un llamado para cambiar la forma en que encaramos la prevención, la genética y la salud mental.