El presidente cumplió con su promesa de incluir dos millones de nuevos afiliados al Seguro Nacional de Salud, garantizándole acceso oportuno y de calidad a distintos servicios de salud. Asimismo, el mandatario ha estado a la cabeza de un plan orientado a lograr una transformación a nivel nacional del sistema de salud, con inversiones históricas que ascenderían a final de este año a más de RD$3,500 millones para el remozamiento y equipamiento con tecnología moderna de los centros hospitalarios existentes, dijo Valdez Albizu.
El gobernador del Banco Central de la República Dominicana, Hector Valdez Albizu, así lo dijo en el marco de su participación, como orador, en el XV Congreso Internacional de Finanzas y Auditoría (CIFA), organizado por la Asociación de Bancos Múltiples de República Dominicana (ABA) y la firma de auditoría y consultoría BDO.
En un discurso segregado en dos partes, explicó de forma sucinta cómo la República Dominicana diseñó y ejecutó una estrategia efectiva para enfrentar la crisis internacional en dos frentes: salud y economía. En una segunda parte, prsentó el Gobernador, los principales aspectos de la recuperación económica dominicana y sus perspectivas futuras.
Señaló que vivimos tiempos de incertidumbre mundial; enfrentamos un entorno externo complejo y convulso en que las economías han sido sacudidas por un doble choque. Por un lado, una especie de tormenta perfecta desatada por la mayor crisis sanitaria que haya conocido la humanidad en un siglo; por otro, una confrontación bélica entre Rusia y Ucrania, países que por su influencia en los mercados mundiales de alimentos y materias primas han exacerbado las presiones inflacionarias que se originaron por las disrupciones de la oferta provocadas por la pandemia.
Asimismo, dijo que para que se tenga una idea de esta influencia, basta señalar que según datos del Banco Mundial, Rusia y Ucrania son responsables en conjunto del 25% de las exportaciones de trigo y del 14% de las exportaciones de maíz a nivel global. Rusia es además un gran productor de energía, suministrando el 14% del petróleo crudo y el 9% del gas natural en todo el planeta.
La política económica dominicana en tiempos de pandemia: Una historia de éxito
Desde la aparición del coronavirus, República Dominicana enfrentó la crisis sanitaria con determinación. Con el objetivo de moderar la propagación del virus y evitar una saturación en las unidades de cuidados intensivos, el gobierno dominicano, con la aprobación del Congreso Nacional, declaró el país en estado de emergencia. Esta declaratoria le permitió cerrar sus fronteras por tierra, mar y aire, a la vez que se imponía un toque de queda que limitó la circulación de la población a nivel nacional.
Como ocurrió en otros países, estas medidas de confinamiento llevaron a una recesión económica con pérdidas de empleos. La actividad económica colapsó al registrar -9.4% en marzo y -29.8% en abril 2020, esta última la mayor caída en un mes cualquiera en la historia dominicana. En este ambiente recesivo, el gobierno implementó políticas sociales orientadas a mitigar la pérdida de empleos y a moderar el impacto económico de la crisis sanitaria en los sectores más vulnerables.
Al principio de la pandemia se pusieron en marcha los programas Fase I y Fase II, basados en el pago del gobierno de una porción de los salarios de los empleados suspendidos por las empresas suscritas al programa. Asimismo, para garantizar ciertos ingresos a los sectores más necesitados, el gobierno lanzó Quédate en casa, un programa que aumentó tanto el número de familias suscritas a este beneficio, como el monto pagado a los hogares que ya recibían transferencias condicionadas. Un cuarto programa, Pa’ ti, consistió en un esquema orientado a beneficiar a los trabajadores informales.
Posteriormente y gracias al liderazgo del presidente Luis Abinader se intensificaron las políticas sociales con el objetivo de brindar más oportunidades a los sectores de bajos ingresos y facilitar su incorporación al mercado de trabajo. En ese sentido, se introdujo el programa Supérate que cubre un millón de hogares categorizados como vulnerables y otorga una transferencia monetaria que es el doble de lo que se recibía antes bajo el programa Comer es Primero. Más recientemente, en esta semana, el presidente anunció el llamado Bono de Apoyo Familiar que otorga un monto único de RD$1,500 a un millón de hogares para contrarrestar los efectos de la crisis pospandémica.
En cuanto al acceso a la salud de la población más desprotegida, el presidente cumplió con su promesa de incluir dos millones de nuevos afiliados al Seguro Nacional de Salud, garantizándole acceso oportuno y de calidad a distintos servicios de salud. Asimismo, el mandatario ha estado a la cabeza de un plan orientado a lograr una transformación a nivel nacional del sistema de salud, con inversiones históricas que ascenderían a final de este año a más de RD$3,500 millones para el remozamiento y equipamiento con tecnología moderna de los centros hospitalarios existentes.
Mas allá de las medidas del gobierno de apoyo a los sectores vulnerables, el banco central trabajó arduamente en moderar el impacto de la crisis sanitaria en la economía, preservando la estabilidad y sentando las bases para la recuperación. En ese sentido, la Junta Monetaria aprobó uno de los programas más amplios de provisión de liquidez a nivel regional, poniendo a disposición de las entidades financieras RD$ 215 mil millones (equivalentes a 5.0% del PIB) para el financiamiento de empresas y hogares a tasas bajas, en la mayoría de los casos no mayores a 8.0%.
Para canalizar estos fondos, el banco central utilizó una diversidad de instrumentos, incluyendo operaciones de reporto, liberalización de encaje legal para ser dirigido a los sectores productivos y a la micro, pequeña y mediana empresa, así como la introducción de la llamada facilidad de liquidez rápida (FLR). Este último instrumento permitió a las entidades financieras acceder a fondos del banco central a tasas de interés de apenas 3.0% poniendo como garantía títulos del gobierno, del banco central, préstamos favorablemente calificados e incluso el propio capital de la empresa bancaria.
Además de ser responsable de la política monetaria, el banco central vela por la estabilidad financiera y el buen funcionamiento del sistema de pagos. Consciente de esta responsabilidad, la institución monetaria permitió que una gran parte de los recursos inyectados fuesen utilizados por las entidades financieras para refinanciar o reestructurar préstamos a plazos más largos y tasas más favorables. Con esta medida se logró proteger a un gran número de clientes bancarios que enfrentaban tensiones financieras y presentaban dificultades para pagar sus préstamos.
Adicionalmente, la Junta Monetaria aprobó una resolución congelando las calificaciones de riesgos de los préstamos bancarios al nivel que mantenían al cierre de febrero 2020, último mes antes de que la Organización Mundial de la Salud declarara al coronavirus como una pandemia. Gracias a esta decisión, las provisiones bancarias se mantuvieron en niveles razonables y se fue sorteando la crisis con indicadores financieros muy superiores a los de la mayoría de América Latina.
Las medidas del banco central lograron un alto grado de efectividad gracias al rol estelar jugado durante la crisis por el sistema financiero en general, y por los bancos en particular. Las entidades bancarias no solo colocaron los fondos provistos por el banco central, sino que contribuyeron a aliviar los problemas financieros de hogares y empresas. No me cabe duda de que, una vez más, el sistema financiero mostró el gran compromiso que tiene con el país, poniendo a un lado consideraciones de corto plazo en favor de una visión de desarrollo sostenible de mediano y largo plazo.
Mas allá de su contribución durante la pandemia, el sistema financiero muestra indicadores robustos en 2022. El crédito privado en moneda nacional se mantiene creciendo en torno a 13.2% al cierre de junio, mientras el sistema en su conjunto mantiene una rentabilidad sobre el patrimonio (ROE) de 21.7% y sobre los activos (ROA) de 2.5% a mayo. La morosidad de la cartera de créditos se ubica en torno a 1.0% y la solvencia se mantiene elevada en 17.3%, prácticamente el doble de lo requerido por la normativa.
Hay que reconocer el papel jugado por la Superintendencia de Bancos, cuidando celosamente la estabilidad financiera, tanto durante el periodo pandémico como en la recuperación económica. Puedo afirmar, sin temor a equivocarme que el rol de la Superintendencia durante este periodo ha sido clave para que los indicadores financieros exhiban una evolución positiva.
La política expansiva del banco central creó las condiciones para que, una vez iniciada la apertura gradual de la economía, la recuperación de la producción nacional fuese posible, en un principio de forma moderada y posteriormente, con una notable aceleración. En efecto, luego de su punto más bajo en abril 2020, la economía comenzó a mejorar gradualmente hasta cerrar ese año con una caída de 6.7% interanual, una contracción mucho menor a la esperada inicialmente.
Los efectos de la política monetaria fueron aún mayores luego de la introducción del Plan Nacional de Vacunación en febrero 2021. Dicho plan, ejecutado por el Gabinete de Salud que dirige eficientemente la vicepresidenta Raquel Peña, logró inocular en un breve periodo de tiempo a un 80% de la población adulta, al tiempo que redujo la tasa de letalidad del virus por debajo de 1.0%.
Estos logros de la política de salud han sido destacados a nivel internacional por el Director General de la OMS, Tedros Adhanom, quién felicitó al país por la baja tasa de letalidad alcanzada. Asimismo, el FMI, en la nota de prensa publicada en su última visita al país de artículo cuarto, destacó que el exitoso plan de vacunación dominicano fue uno de los factores que más incidió en la recuperación económica.
Con el plan de vacunación en marcha, en febrero 2021 se comenzaron a registrar tasas de crecimiento positivas en la economía, logrando que el PIB real creciera 12.3% durante ese año. Quiero enfatizar que este crecimiento no fue un simple rebote estadístico, como se ha querido afirmar en algunos círculos. Como reconoció la misión del FMI en el comunicado de prensa antes mencionado, se trata de una importante recuperación comprobada por el hecho de que, al comparar los volúmenes de producción real de 2021 con los alcanzados en 2019, último año de la pre-pandemia, la economía creció 4.7%, una de las tasas más altas de América Latina.
En el mercado laboral, el dinamismo económico ha contribuido a una recuperación de los empleos, tanto formales como informales. En ese sentido, el empleo total se ubicó en torno a 4.6 millones en el primer trimestre de este año, un nivel similar al registrado previo a la pandemia. Asimismo, la tasa de desocupación abierta se redujo de 8.0% en enero-marzo de 2021 a 6.4% en enero-marzo de 2022.